¿Cómo poner una imagen sobre un fondo con GIMP?

En este vídeo explico cómo poner una imagen sobre un fondo, teniendo en cuenta el tamaño y la transparencia.

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¿Qué es Python?

Python es el nombre de un lenguaje de programación muy popular. Te recomiendo leer estas diapositivas si quieres conocer las características de este lenguaje.

Si no tienes un programa capaz de leer el formato .odp, puedes ver las diapositivas en formato .pdf aquí.

Alcalde mafioso Àngel Ros contra la libertad de expresión

Àngel Ros es el alcalde de Lleida. No tiene reparo en homenajear a fascistas ni en censurar a quienes le critican. Invierte mucho dinero en pagar a periódicos para lavar su imagen después de sus pueriles fechorías.

Àngel Ros homenajea al fascista Hellín

La última víctima de este personaje ha sido la libertad de expresión. La censura se ha hecho válida, gracias a la fiscalía, contra una canción de crítica al alcalde. El escrito al juez pedía «medidas urgentes y cautelares que eviten la difusión del vídeo por las redes sociales» argumentando que «el contenido del vídeo atenta contra la persona del alcalde, su honor y su familia, pudiendo además ser un delito de los ». La fiscalía pide 1 año y 3 meses de prisión para Pablo Hasél y Ciniko (nombres artísticos), que tendrán el juicio el 23 de noviembre de este año.

Àngel Ros contra la libertad de expresión

Aquí podéis escuchar la canción satírica.

Uno de los raperos, Pablo Hasél, responde: «Dice sentirse amenazado por una canción, es cuanto menos ridículo. En todo caso le molestan las verdades incómodas que se dicen, sobre todo cuando cada vez más lo tienen calado y saben cómo las gasta este cacique especulador. Nosotros nos sentimos amenazados por sus políticas llevadas a los hechos, por eso nos sentimos peor que amenazados, nos sentimos jodidos por la miseria y precariedad que crean. Por ello tenemos rabia y por ello lo hemos denunciado. No son amenazas de muerte, es decir lo que creemos que merece y si ni siquiera se puede desear algo a alguien, es que en este Estado no hay libertad ni para sentir». Las rimas más agresivas son las que desean la muerte al edil, como «Te mereces un tiro» o «se merece un navajazo en el abdomen».

«El alcalde Àngel Ros me ha denunciado por una canción. La canción se titula Menti-Ros y está sacada con el grupo Prozaks en clave medio cómica denunciando sus prácticas mafiosas en el ayuntamiento y sus políticas contra la justicia social. La canción es junto a un compañero y la cruzada del alcalde contra mí es tal, que hasta me ha denunciado por frases suyas. Pero que no se equivoque, yo también defiendo la libertad de expresión de mi compañero y no escurriré el bulto por esas frases. No le basta con prohibirme conciertos como hizo recientemente en las fiestas mayores obligando a quienes me habían contratado a no dejarme subir al escenario, ahora la inquisición llega al punto de exigir que borre una canción. Tampoco le basta con mandar a sus Mossos D’Esquadra a detenerme en medio de un restaurante por defenderme de la agresión de unos nazis».

Así pretende este señor silenciar a quienes le critican. Incluso ha recibido acusaciones de corrupto de su propio partido (cesó de su cargo a la denunciante). En vez de como un alcalde, actúa como un cruel empresario que, según parece, gana cientos de miles euros con operaciones de dudosa reputación con su antiguo jefe en la Caixa, rodeado de denuncias de fraude, mientras la mitad de los jóvenes de su ciudad están en el desempleo.

Àngel Ros corrupto y ladrón

El alcalde de Lleida dice tener miedo, a pesar de ir siempre acompañado de escoltas, y se siente una víctima, tanto que ha pedido también una orden de alejamiento. Una persona que utiliza la vida pública para hacerse rico debería ser capaz de asumir alguna crítica. A mí me parece deplorable denunciar a unos raperos por componer una canción y al mismo tiempo alabar a reyes corruptos. A miles de familias han dañado sus políticas, muchas de ellas desean que este personaje muera (quizá con razón o quizá no). ¿Pero puedes decirlo si el Estado español te condena por ello? Yo opino que hay que denunciar todo ataque contra la libertad de expresión y Pablo Hasél también: «No ha topado con un joven sumiso, ha topado con un joven dispuesto a denunciarlo y a defender la libertad de expresión. Ceder ante su inquisición sería renunciar a nuestro derecho a decir lo que pensamos y a tener rabia ante las injusticias de las que se lucra».

Es necesario denunciar estos hechos porque el siguiente censurado puede ser cualquiera. Por favor, protestad contra este alcalde compartiendo este artículo y luchando en las calles. Enviad también una crítica o pedidle al alcalde la retirada de la denuncia a través de su dirección de contacto: http://alcalde.paeria.cat/es/contacta.aspx. Asimismo, protestad en contra del uso del software privativo (Flash) en el sitio web del ayuntamiento de Lleida (un portal que solo debería utilizar software libre al ser público).

A continuación, dejo varias de las fuentes de información utilizadas:

xdg-open

Una instrucción bastante útil es xdg-open. Con ella podemos abrir cualquier programa o URL desde la línea de órdenes. Si ejecutara xdg-open https://freakspot.net, se abriría la página principal de este sitio web con Abrowser (mi navegador por defecto) y luego podría ejecutar otra instrucción. Una desventaja que tiene es que solo podemos pasarle un parámetro, por lo que para abrir dos páginas web habría que ejecutar xdg-open dos veces.

Menos mal

I

Mucha gente conocía al pobre obrero Juan, que trabajaba en la industria. Vivía en una pequeña casa cuyo alquiler tenía que pagar cada mes. Le redujeron  muchísimo el sueldo, y apenas tenía dinero para pagar el caro alquiler y comer. Además, ayudaba a un vecino desempleado y a su propio hermano a pagar la hipoteca de la casa en la que vivía, pues también perdió su trabajo.

Sin embargo, cada día se levantaba para trabajar agradecido por haber tenido la posibilidad de comer bien la noche anterior. A pesar de sus problemas económicos, siempre se sentía satisfecho y feliz. Nunca dudaba en ayudar a su vecino y a su hermano a subsistir ni rehusaba en ello, aunque supusiera pasar algún día sin alimento.

II

Un rico empresario vivía en la ciudad de Juan. Desde joven había vivido para cosechar fortuna; para él los beneficios nunca eran suficientes. Esto hacía de su vida una ansiedad continua marcada por un angustioso estrés en busca de intereses, pues todos los negocios debía realizarlos en el momento adecuado para maximizar sus ganancias.

Tanto era el tiempo que dedicaba a sus negocios, que no encontraba momento de descanso: la mayoría de las noches no dormía por inquietud o porque se quedaba trabajando hasta tarde.

En su tiempo libre, este vivía a todo tren, pero jamás tenía suficiente y no era feliz. Continuamente, se arrepentía de no haber conseguido más dinero en sus negocios, pues, aunque era millonario, se lo gastaba todo como un loco. Siempre encontraba un coche mejor, un yate mejor, una mansión mejor, un helicóptero mejor... de los que tenía. Por eso se aburría pronto de sus caprichos: no podía disfrutarlos sabiendo que había un nuevo y mejor modelo que no podía adquirir. Sin embargo, cuando conseguía el objeto que deseaba, pasaba poco tiempo hasta que le aburría. Necesitaba ingentes cantidades de dinero para financiar su lujoso nivel de vida.

III

Un día se dio cuenta de que no era feliz. Pasaron los días y siguió su rutina reflexionando y observando a su alrededor. Todos parecían estar como él, excepto un alegre hombre que siempre mostraba una sonrisa de oreja a oreja. Le extrañó ver tanta felicidad en un pobre y simple obrero. Pasaban los días, y siempre se cruzaba con ese feliz hombre.

No comprendió por qué era tan alegre. Por eso, un día se propuso averiguar el secreto de Juan. Invitó a uno de los compañeros del trabajo, y amigo, del obrero a tomar algo y le dijo que le recompensaría económicamente si le contaba la vida de tal hombre. El trabajador hizo así. Después de escuchar atentamente lo que dijo, el millonario seguía sin entender cómo un personaje con una vida tan triste podía ser tan feliz.

El día siguiente era domingo. Juan iba caminando por la ciudad; paseaba feliz y despreocupado. De repente, se acercó el rico empresario, que buscando una respuesta satisfactoria, le dijo: «Joven Juan, me han contado la desgraciada historia de tu día a día, y no logro comprender por qué siempre estás alegre y amable. Me gustaría que me contaras tu secreto. ¿Cómo consigues ser feliz?». Entonces, Juan se paró y le dijo: «No olvides jamás tus principios. Tienes que ser tú mismo y hacer lo que consideres correcto. Cuando encuentres una adversidad reacciona con combatividad, resuelto a solucionarla, y, a la vez, con serenidad, sin alterarte..., haciendo el bien y ayudando a los demás. Eso hago yo y soy feliz».

Sus palabras decepcionaron enormemente al empresario, que lo tomó por loco e idiota. Veía que no comprendía que con esa actitud —de hacer siempre el bien y ayudar sus allegados— nunca sería feliz: siempre se aprovecharían de él. No tendría nunca nada que disfrutar. Si él era triste siendo rico y poderoso, no podía siquiera imaginar cómo viviría ese pobre hombre. Así pues, no le creyó cuando le dijo que era feliz.

Intentó convencerle elocuentemente de que depusiera su actitud, olvidándose de sus principios, y se preocupara de sí mismo; pero Juan no quería traicionar sus principios. Por primera vez en su vida, el empresario se sintió triste por alguien. Juan era el primer desgraciado idiota que había conocido. Extrañamente, su compasión le llevó a realizar una acción generosa nada propia de él.

—Aunque no lo comparto, te doy las gracias por el consejo. Me han contado tu historia, y siento pena por tu miseria. Me gustaría ayudarte, buen hombre, a hacerte la vida más divertida y pasadera. Te regalaré uno de mis coches para que puedas darte una vuelta y despejarte de vez en cuando. Es un gran coche —decía mientras el proletario le miraba atónito—. Te servirá también para ir al trabajo. Pero ten cuidado —continuó el charlatán y petulante empresario—, este coche tiene una peculiaridad: para avanzar tienes que decir «menos mal» (antes era «menos más» [de menos a más velocidad], pero el micrófono captaba mejor lo otro y lo cambié)...; para frenar, «mal menos» (fácil de recordar). Las demás órdenes son lógicas: «parabrisas» activa el limpiaparabrisas, «radio» enciende la radio, «menos» baja el volumen, «más» sube el volumen... Hay un manual en la guantera. Lo aprenderás rápido. Diviértete.

El empresario le cedió su coche. Juan no quiso aceptarlo y le dijo que no lo necesitaba; aunque, finalmente, ante la insistencia del empresario, acabó aceptándolo.

IV

Juan se sintió realmente miserable ante el empresario, que parecía saberlo todo y tenerlo todo; él no tenía nada. Cuando hubo recibido las llaves, se subió al coche y dijo: «Menos mal».

Desconcertado, no sabía adónde ir ni qué hacer, así que paseó por la ciudad con su nuevo coche. El coche era muy caro, así que pensó en venderlo; iba a trabajar en bicicleta y siempre que salía de la ciudad cogía el autobús, el tren o cualquier otro transporte. No lo necesitaba.

Pero durante un momento pensó en las palabras de aquel hombre. Nunca se había planteado su miserable situación, siempre se sintió afortunado de poder ayudar a su hermano y poder comer cada día..., quizás estaba siendo demasiado altruista. Durante el trayecto se dio cuenta de que, de tanto proteger a los demás, se había olvidado de ayudarse a sí mismo. A partir de ahora pensaría solo en sí mismo, como le recomendó el empresario. Pensó, ignorante de que ya era feliz, que con suerte llegaría a ser como él veía a aquel empresario: sabio, feliz y rico.

Mientras conducía, sintió la emoción de conducir un vehículo de excepcional calidad. Juan se identificó con el coche, se sentía veloz, imparable. Por un momento se olvidó del tiempo, de sus obligaciones y de sus pensamientos; salió incluso de la ciudad. Estaba tan distraído en sus pensamientos que no vio una señal que alertaba que la carretera estaba cortada. Más allá estaban reconstruyendo el puente que se desplomó tras la violenta tormenta de la semana anterior. Juan subía una empinada carretera que parecía no tener fin, cuando se dio cuenta de que esta conducía hacia un abismo. Observó el destrozado puente, la obra y el precipicio que había bajo él. Tardó un poco en reaccionar, pero consiguió gritar a tiempo: «Mal menos».

El coche atravesó la valla de la obra; se quedó a un palmo del abismo... Juan se secó el sudor de su frente, resopló aliviado y pronunció un «menos mal». El coche aceleró y cayó por el profundo barranco; al rato se oyó el eco de un grito en el fondo del despeñadero.